Los 10 peores hábitos de estudio que puedes tener como opositor de infantil (y cómo solucionarlos)



¿Sabes si estás estudiando de la forma más adecuada? ¿Te has planteado si tus hábitos de estudio son los más óptimos para conseguir tu objetivo? A veces, sin darnos cuenta, podemos caer en malos hábitos que nos dificultan el aprendizaje, nos hacen perder el tiempo y nos alejan de nuestra meta.

En este artículo, te vamos a mostrar 10 ejemplos de malos hábitos de estudio que te alejan de conseguir una plaza docente. Estos hábitos son muy comunes entre los opositores, pero también muy perjudiciales. Te explicaremos por qué son malos, cómo afectan a tu rendimiento y cómo puedes evitarlos o corregirlos. Al final del artículo, te daremos algunos consejos para mejorar tus hábitos de estudio y aumentar tus posibilidades de éxito.

¿Te interesa saber más? Entonces, sigue leyendo y descubre si estás cometiendo alguno de estos errores.

1. Estudiar sin un plan

El primer mal hábito de estudio que te aleja de conseguir una plaza docente es estudiar sin un plan. Esto significa que no tienes una rutina de estudio establecida, que no sigues un calendario ni un horario, que no te marcas objetivos ni prioridades, y que estudias lo que te apetece o lo que te parece más fácil.

Estudiar sin un plan es un grave error, porque te hace perder el control de tu proceso de preparación. Sin un plan, no sabes qué tienes que estudiar, cuánto tiempo tienes que dedicarle, ni cómo vas a evaluar tu progreso. Esto te lleva a estudiar de forma desordenada, ineficiente y poco productiva.

Para evitar este mal hábito, lo que tienes que hacer es elaborar un plan de estudio personalizado, adaptado a tu nivel, a tu ritmo y a tus necesidades. Un buen plan de estudio debe incluir:

  1. Un análisis de tu situación actual: tus puntos fuertes y débiles, tus recursos disponibles, tu disponibilidad de tiempo, etc.
  2. Un análisis de la oposición: el temario, el tipo de examen, los criterios de evaluación, las fechas previstas, etc.
  3. Unos objetivos claros, específicos, medibles, alcanzables, relevantes y temporales (SMART).
  4. Unas estrategias de estudio adecuadas: técnicas de memorización, de comprensión, de repaso, de autoevaluación, etc.
  5. Un calendario de estudio con las tareas, los temas y los plazos que tienes que cumplir.
  6. Un horario de estudio con las horas y los días que vas a dedicar al estudio, respetando tus ritmos biológicos y tus momentos de descanso.
  7. Un sistema de seguimiento y control de tu plan, que te permita revisar tu avance, detectar tus errores y hacer los ajustes necesarios.


2. Estudiar sin concentración

El segundo mal hábito de estudio, es estudiar sin concentración. Esto significa que mientras estudias, te distraes con facilidad, te dejas interrumpir por estímulos externos o internos, o te aburres y pierdes el interés.

Estudiar sin concentración  te impide aprovechar al máximo el tiempo y el esfuerzo que inviertes en el estudio. Sin concentración, no puedes asimilar, comprender ni retener la información que estás estudiando. Esto te lleva a estudiar de forma superficial, incompleta y poco efectiva.

Para evitar este mal hábito, lo que tienes que hacer es mejorar tu concentración, eliminando o reduciendo las posibles fuentes de distracción y aumentando tu motivación e interés por el estudio. Algunas formas de mejorar tu concentración son:

  1. Elegir un lugar de estudio adecuado: tranquilo, cómodo, iluminado, ventilado y con los materiales necesarios.
  2. Evitar las distracciones externas: apagar el móvil, la televisión, la música, etc., o usar auriculares con ruido blanco o música clásica.
  3. Evitar las distracciones internas: controlar tus pensamientos, emociones y sensaciones, y no dejarte llevar por el estrés, la ansiedad, el cansancio, el hambre, etc.
  4. Establecer una rutina de estudio: seguir un orden, un ritmo y unos hábitos que te ayuden a entrar en el estado de concentración óptimo.
  5. Usar técnicas de atención plena: practicar ejercicios de respiración, meditación, relajación, etc., que te permitan enfocar tu atención en el presente y en la tarea que estás realizando.
  6. Mantener el interés y la curiosidad: buscar el sentido y la utilidad de lo que estás estudiando, relacionarlo con tus conocimientos previos y con tu experiencia, hacer preguntas, buscar ejemplos, etc.


3. Estudiar sin comprender

Esto significa que te limitas a leer, copiar o repetir la información que estás estudiando, sin entender su significado, su estructura, su lógica o su aplicación. Estudiar sin comprender  te impide construir un aprendizaje significativo y duradero. Sin comprensión, no puedes integrar, organizar ni relacionar la información que estás estudiando. Esto te lleva a estudiar de forma mecánica, memorística y poco eficaz.

Para evitar este mal hábito, lo que tienes que hacer es mejorar tu comprensión, utilizando técnicas que te ayuden a procesar, analizar y sintetizar la información que estás estudiando. Algunas técnicas para mejorar tu comprensión son:

  1. Leer activamente: antes de leer, activar tus conocimientos previos y formular tus objetivos de lectura; durante la lectura, subrayar, anotar, resumir, esquematizar, etc.; después de leer, repasar, autoevaluar y ampliar la información.
  2. Hacer preguntas: cuestionar el contenido, el propósito, el contexto, el autor, etc., de lo que estás estudiando, y buscar las respuestas adecuadas.
  3. Buscar ejemplos: ilustrar los conceptos, los principios, las teorías, etc., con casos prácticos, reales o imaginarios, que te ayuden a entenderlos mejor.
  4. Hacer inferencias: deducir o extraer conclusiones, consecuencias, implicaciones, etc., a partir de la información que estás estudiando.
  5. Relacionar la información: establecer conexiones entre los diferentes temas, apartados, ideas, etc., que estás estudiando, y con otros conocimientos que ya tienes o que adquieres de otras fuentes.
  6. Aplicar la información: utilizar la información que estás estudiando para resolver problemas, tomar decisiones, diseñar proyectos, etc., que te permitan poner en práctica lo que has aprendido.


4. Estudiar sin repasar


El cuarto mal hábito de estudio es estudiar sin repasar. Esto significa que una vez que has estudiado un tema, no vuelves a revisarlo, a reforzarlo o a actualizarlo. Te impide consolidar y mantener tu aprendizaje. Sin repasar, olvidas con facilidad la información que has estudiado, y pierdes la oportunidad de corregir tus errores, de reforzar tus aciertos y de ampliar tus conocimientos. Esto te lleva a estudiar de forma insegura, inconsistente y poco rentable.

Para evitar este mal hábito, lo que tienes que hacer es mejorar tu repaso, planificando y realizando revisiones periódicas,

5. Estudiar sin practicar

Estudiar sin practicar significa que te limitas a estudiar la teoría, sin hacer ejercicios, simulacros, casos prácticos, etc., que te permitan poner a prueba tus conocimientos y habilidades. Sin practicar, no sabes cómo es el formato, el nivel, el tiempo, etc., del examen que vas a enfrentar, ni cómo vas a responder ante las posibles preguntas, problemas, situaciones, etc., que te puedan plantear. Esto te lleva a estudiar de forma pasiva, incompleta y poco realista.

Para evitar este mal hábito, lo que tienes que hacer es mejorar tu práctica, realizando actividades que te ayuden a evaluar, reforzar y mejorar tu aprendizaje. Algunas actividades para mejorar tu práctica son:

  1. Hacer ejercicios: resolver cuestiones, problemas, ejemplos, etc., que te permitan aplicar, comprobar y consolidar lo que has estudiado.
  2. Hacer simulacros: realizar pruebas similares a las del examen real, con las mismas condiciones de tiempo, formato, contenido, etc., que te permitan medir tu nivel, detectar tus errores y mejorar tu estrategia.
  3. Hacer casos prácticos: enfrentarte a situaciones reales o ficticias, relacionadas con el ámbito profesional al que aspiras, que te permitan demostrar tus competencias, habilidades y actitudes.
  4. Hacer autoevaluaciones: revisar tu trabajo, corregir tus fallos, valorar tus aciertos, identificar tus áreas de mejora, etc., que te permitan tomar conciencia de tu aprendizaje y de tu rendimiento.

6. Estudiar sin motivación

Estudiar sin motivación significa que estudias por obligación, por presión, por costumbre, etc., sin tener un interés, un propósito, un deseo, etc., que te impulse a estudiar. Te va a impedir  disfrutar y aprovechar el proceso de preparación. Sin motivación, no tienes una razón que te anime, que te inspire, que te oriente, que te sostenga, etc., a la hora de estudiar. Esto te lleva a estudiar de forma aburrida, desganada y poco satisfactoria.

Para evitar este mal hábito, debes  mejorar tu motivación, encontrando y manteniendo los factores que te mueven a estudiar. 

Algunos factores que pueden mejorar tu motivación son:

  1. Tener una meta clara: definir qué quieres conseguir, por qué lo quieres conseguir, cómo lo vas a conseguir, etc., que te sirva de guía, de estímulo y de recompensa.
  2. Tener una actitud positiva: creer en ti mismo, en tus capacidades, en tus posibilidades, etc., que te sirva de apoyo, de confianza y de autoestima.
  3. Tener un compromiso personal: asumir tu responsabilidad, tu esfuerzo, tu dedicación, etc., que te sirva de exigencia, de disciplina y de constancia.
  4. Tener un apoyo social: contar con el respaldo, el consejo, el ánimo, etc., de otras personas, como familiares, amigos, compañeros, profesores, etc., que te sirvan de ayuda, de orientación y de reconocimiento.


7. Estudiar sin descansar


El séptimo mal hábito de estudio que te aleja de conseguir una plaza docente es estudiar sin descansar. Estudiar durante horas y horas, sin hacer pausas, sin cambiar de actividad, sin relajar tu mente y tu cuerpo, etc.

Estudiar sin descansar te va a impedir mantener un buen nivel de rendimiento y de salud. Sin descansar, te fatigas, te estresas, te saturas, etc., y pierdes la capacidad de concentrarte, de comprender, de memorizar, etc. Esto te lleva a estudiar de forma agotadora, perjudicial y poco saludable.

Para evitar este mal hábito, mejora tu descanso, alternando el estudio con otras actividades que te ayuden a recuperar tu energía, tu ánimo y tu bienestar. 

Algunas actividades que pueden mejorar tu descanso son:Hacer pausas: 

  1. Interrumpir el estudio cada cierto tiempo, según tu capacidad de atención, para desconectar, respirar, estirar, etc.
  2. Cambiar de actividad: variar el tipo de tarea que realizas, según tu nivel de dificultad, para diversificar, refrescar, reforzar, etc.
  3. Relajar tu mente y tu cuerpo: practicar técnicas de relajación, meditación, mindfulness, etc., que te ayuden a reducir el estrés, la ansiedad, la tensión, etc.
  4. Dormir bien: respetar tus horas y tus ciclos de sueño, que te ayuden a regenerar tu cerebro, tu memoria, tu creatividad, etc.
  5. Hacer ejercicio: realizar actividades físicas, deportivas, lúdicas, etc., que te ayuden a liberar endorfinas, a mejorar tu circulación, a oxigenar tu cerebro, etc.

8. Estudiar sin consultar

Esto significa que estudias solo, sin pedir ayuda, sin resolver dudas, sin contrastar opiniones, etc., con otras fuentes o personas.

Estudiar sin consultar es un grave error, porque te impide ampliar y enriquecer tu aprendizaje. Sin consultar, te quedas con una visión limitada, parcial, sesgada, etc., de lo que estás estudiando, y pierdes la oportunidad de aprender de otros, de compartir tus conocimientos, de mejorar tu comunicación, etc. Esto te lleva a estudiar de forma aislada, incompleta y poco social.

Para evitar este mal hábito, lo que tienes que hacer es mejorar tu consulta, buscando y aprovechando los recursos y las personas que te puedan ayudar a mejorar tu estudio. Algunos recursos y personas que pueden mejorar tu consulta son:

  1. Consultar fuentes de información: utilizar libros, revistas, internet, etc., que te proporcionen información actualizada, fiable, relevante, etc., sobre el tema que estás estudiando.
  2. Consultar expertos: recurrir a profesores, tutores, orientadores, etc., que te ofrezcan asesoramiento, orientación, feedback, etc., sobre tu proceso de preparación.
  3. Consultar compañeros: participar en grupos, foros, redes, etc., que te permitan intercambiar experiencias, dudas, consejos, etc., con otros opositores que se encuentran en tu misma situación.
  4. Consultar profesionales: contactar con maestros, educadores, psicopedagogos, etc., que te den una visión práctica, realista, cercana, etc., del ámbito profesional al que aspiras.

9 . Estudiar sin disfrutar

El  último mal hábito que vamos a tratar y que te aleja de conseguir una plaza docente es estudiar sin disfrutar. Esto significa que estudias por obligación, por presión, por costumbre, etc., sin encontrar ningún placer, ninguna satisfacción, ninguna diversión, etc., en el estudio.

Esto te impide vivir y valorar el proceso de preparación. Sin disfrutar, no tienes ninguna emoción, ningún sentimiento, ningún gusto, etc., que te acompañe, que te enriquezca, que te gratifique, etc., a la hora de estudiar. Esto te lleva a estudiar de forma triste, amarga y poco feliz.

Para evitar este mal hábito, lo que tienes que hacer es mejorar tu disfrute, buscando y creando los momentos y las formas de estudiar que te hagan sentir bien. Algunas formas de mejorar tu disfrute son:

  1. Celebrar tus logros: reconocer y premiar tus avances, tus resultados, tus mejoras, etc., que te hagan sentir orgulloso, contento y motivado.
  2. Agradecer tus oportunidades: valorar y agradecer las circunstancias, las personas, los recursos, etc., que te facilitan y te permiten estudiar.
  3. Disfrutar del camino: no solo centrarte en el resultado final, sino también en el proceso, en el aprendizaje, en el crecimiento, etc., que te aporta el estudio.
  4. Buscar el lado positivo: no solo fijarte en las dificultades, los obstáculos, los problemas, etc., sino también en las ventajas, las soluciones, las oportunidades, etc., que te ofrece el estudio.
  5. Divertirte con el estudio: buscar formas de estudiar que te resulten entretenidas, creativas, lúdicas, etc., que te hagan pasar un buen rato.
Esperamos que este artículo te haya servido para identificar si estás cometiendo alguno de ellos, y para aprender cómo evitarlos o corregirlos. Recuerda que tus hábitos de estudio son fundamentales para tu éxito, y que dependen de ti mejorarlos y optimizarlos.

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