Metodologías Activas en Educación Infantil. Por qué deberías utilizarlas y cómo evitar los errores comunes al programar con ellas



En el vasto universo de la educación se encuentra en constante evolución, y en su órbita, dos términos han emergido como estrellas en ascenso: "innovación" y "metodologías activas". Estas palabras resuenan en los pasillos de las escuelas y en las conversaciones entre educadores y opositores, pero, ¿cuántos de nosotros estamos verdaderamente navegando estas aguas revolucionarias con destreza y comprensión plena? La mayoría de opositores y docentes hablan de innovación y metodologías activas en la programación y unidad didáctica, pero ¿cuántos realmente comprenden qué son las metodologías activas y cómo aplicarlas de manera efectiva? En este artículo, vamos a explorar en detalle qué son las metodologías activas, por qué deberías utilizarlas y cómo evitar los errores comunes al programar con ellas.

Las metodologías activas son enfoques pedagógicos que buscan involucrar al estudiante en su propio proceso de aprendizaje, fomentando su participación activa y su capacidad para resolver problemas y tomar decisiones. Estas metodologías se basan en la idea de que el aprendizaje es un proceso constructivo y que el estudiante debe ser el protagonista de su propio aprendizaje. Algunos ejemplos de metodologías activas son el aprendizaje cooperativo, el aprendizaje basado en proyectos y el aprendizaje por descubrimiento.

Las metodologías activas son especialmente adecuadas en un enfoque competencial, ya que permiten construir el conocimiento y dinamizar la actividad del aula mediante el intercambio de ideas. Estas metodologías facilitan la interdisciplinaridad, fomentan la reflexión, la crítica, la elaboración de hipótesis y la tarea investigadora.

Un concepto clave en las metodologías activas es la palabra "activa". Esto significa que el aprendizaje no es receptivo, sino generativo. Es decir, los alumnos deben hacer algo con la enseñanza que se les brinda. Deben reflexionar, cuestionar y participar activamente en su proceso de aprendizaje.

En el apasionante mundo de la Educación Infantil, las metodologías activas son como una brisa fresca que transforma el aula en un lugar de exploración y descubrimiento. Imagina una clase de Educación Infantil  donde los niños no solo escuchan cuentos, sino que se convierten en narradores y creadores de historias.

En lugar de la típica lección de números y letras, el docente decide utilizar una metodología activa. Por ejemplo se elige un cuento interactivo que involucra a los niños en la narración. El cuento gira en torno a un personaje travieso llamado "Leo el León", que ha escondido letras y números en todo el aula.

Cada niño recibe una pequeña libreta y una misión: deben buscar letras y números escondidos mientras escuchan la historia de Leo el León. Cuando encuentran una letra o número, deben decir en voz alta lo que han encontrado y explicar en qué parte del aula lo descubrieron. Por ejemplo, si encuentran la letra "A" en una pizarra, dirán: "¡Encontré la letra 'A' en la pizarra!".

Esta actividad no solo enseña letras y números de manera activa, sino que también fomenta la interacción entre los niños y la maestra. Los niños están constantemente participando, buscando y compartiendo sus hallazgos. Además, la historia de Leo el León les brinda un contexto emocionante y memorable para aprender.

En esta situación, los niños no son simples receptores de información; son exploradores y colaboradores activos. Aprenden las letras y números de una manera lúdica y significativa. La metodología activa no solo hace que el aprendizaje sea divertido, sino que también les permite desarrollar habilidades sociales al comunicar sus descubrimientos.

Además, la narrativa emocionante del cuento estimula la imaginación de los niños y los involucra emocionalmente en el proceso de aprendizaje. Este enfoque no solo es efectivo para enseñar conceptos básicos, sino que también sienta las bases para un amor duradero por el aprendizaje.


En el vertiginoso telón de fondo de la educación moderna, las "metodologías activas" emergen como faros de cambio, no solo en el contexto académico, sino como herramientas que moldean a los futuros ciudadanos del mundo. Pero, ¿qué significa realmente cuando hablamos de poner al alumno en el epicentro del proceso educativo? En este análisis detallado, exploraremos cómo las metodologías activas no solo preparan a los estudiantes para el mercado laboral, sino que también los equipan para la vida en su sentido más amplio.

Cuando hablamos de poner al alumno en el centro del proceso educativo, estamos dando un salto cualitativo. No se trata solo de transmitir información, sino de empoderar a los estudiantes para que se conviertan en aprendices activos y ciudadanos responsables. Imagina una clase de Historia donde los estudiantes no solo estudian eventos pasados, sino que se convierten en historiadores que exploran y cuestionan el pasado. Este cambio de enfoque no solo impulsa la adquisición de conocimientos, sino que también fomenta habilidades esenciales para la vida.

El propósito de la educación no se limita al desarrollo de habilidades para el trabajo; se extiende a la formación de individuos capaces de enfrentar los desafíos de la vida en general. Esto implica el cultivo de habilidades que van más allá del aula, como la educación emocional, la capacidad crítica, la toma de decisiones, la resiliencia y la adaptabilidad.

Imagina una lección sobre educación emocional en la que los estudiantes aprenden a identificar y gestionar sus emociones. A través de ejercicios prácticos y la reflexión, adquieren habilidades que les servirán no solo en su futura carrera, sino también en sus relaciones personales y en la comprensión de sí mismos.

En el siglo XXI, enfrentamos un mundo en constante transformación, impulsado por avances tecnológicos y desafíos ambientales. La educación ya no puede limitarse a la acumulación de datos; debe preparar a los estudiantes para enfrentar la incertidumbre y tomar decisiones responsables.

En una lección sobre sostenibilidad, los estudiantes no solo aprenden sobre la importancia de cuidar el medio ambiente, sino que también se involucran en proyectos prácticos para reducir su huella ecológica. Esto no solo les prepara para ser ciudadanos conscientes, sino que también les dota de la capacidad de abordar desafíos globales.



La incorporación de metodologías activas en nuestras programaciones y unidades didácticas representa una evolución esencial en el mundo de la enseñanza. Estas metodologías no solo enriquecen la experiencia de aprendizaje, sino que también ofrecen una serie de beneficios y razones convincentes para su implementación. Aquí te presentamos algunas de las principales razones por las cuales deberíamos adoptar metodologías activas en nuestras programaciones educativas:

1. Aprendizaje Significativo:

Las metodologías activas se centran en la construcción activa del conocimiento por parte de los estudiantes. Esto significa que los alumnos no son meros receptores pasivos de información, sino que participan activamente en la adquisición de conocimientos. Este proceso de aprendizaje significativo les permite comprender y retener la información de manera más efectiva, ya que se relaciona con su propia experiencia y contexto.

2. Fomento del Pensamiento Crítico:

Estas metodologías estimulan el pensamiento crítico al desafiar a los estudiantes a cuestionar, analizar y evaluar información y conceptos. Al involucrarlos en actividades que requieren reflexión y resolución de problemas, se promueve un pensamiento más profundo y analítico.

3. Participación Activa:

Las metodologías activas implican a los estudiantes de manera constante. Esto les mantiene involucrados y motivados en el proceso de aprendizaje. La participación activa fomenta un ambiente de aula dinámico y colaborativo, donde los estudiantes se sienten parte integral del proceso educativo.

4. Desarrollo de Habilidades Sociales:

Al trabajar en grupos, debatir ideas y colaborar en proyectos, los estudiantes desarrollan habilidades sociales valiosas. Aprenden a comunicarse eficazmente, a negociar y a trabajar en equipo, habilidades que son fundamentales en la vida cotidiana y en el futuro profesional.

5. Preparación para el Mundo Real:

Las metodologías activas preparan a los estudiantes para enfrentar los desafíos del mundo real. Les enseñan a tomar decisiones informadas, a resolver problemas y a adaptarse a situaciones cambiantes, habilidades esenciales en la sociedad actual.

6. Mayor Retención de Contenido:

Cuando los estudiantes participan activamente en el proceso de aprendizaje, tienen más probabilidades de recordar y retener la información a largo plazo. Esto se debe a que están involucrados emocionalmente en el contenido y pueden relacionarlo con su propia experiencia.

7. Motivación y Compromiso:

Las metodologías activas hacen que el aprendizaje sea más interesante y significativo para los estudiantes. Esto aumenta su motivación y compromiso con el contenido, lo que a su vez mejora su rendimiento académico.

8. Adaptabilidad a Diferentes Estilos de Aprendizaje:

Estas metodologías permiten adaptar la enseñanza para satisfacer las necesidades individuales de los estudiantes. Pueden abordar diversos estilos de aprendizaje y ofrecer múltiples oportunidades para que los estudiantes se destaquen.

9. Promoción de la Creatividad:

Al involucrar a los estudiantes en la resolución de problemas y la toma de decisiones, se fomenta la creatividad y la capacidad de pensar de manera innovadora.

10. Preparación para el Futuro:

En un mundo en constante evolución, donde la información está al alcance de un clic, las habilidades adquiridas a través de las metodologías activas son esenciales para el éxito futuro. Estos enfoques preparan a los estudiantes para ser aprendices de por vida y ciudadanos responsables.



La integración de metodologías activas en tus programaciones educativas son un paso importante para mejorar la calidad del aprendizaje. Sin embargo, es fundamental evitar errores comunes que puedan afectar la efectividad de estas estrategias. Aquí te presento algunos consejos para evitar errores al programar con metodologías activas:

1. Falta de Claridad en los Objetivos de Aprendizaje:

Uno de los errores más comunes es no tener objetivos de aprendizaje claros al utilizar metodologías activas. Esto puede llevar a actividades sin rumbo y a una falta de coherencia en la enseñanza. Antes de implementar cualquier metodología activa, define claramente los objetivos de aprendizaje que deseas lograr. Establece qué habilidades, conocimientos o competencias quieres que los estudiantes adquieran a través de la actividad. Esto servirá como guía para diseñar y evaluar la actividad.

2. Ignorar la Diversidad de Estilos de Aprendizaje:

No tener en cuenta que los estudiantes tienen diferentes estilos de aprendizaje puede llevar a actividades que no involucran a todos los alumnos de manera efectiva. Considera la diversidad de estilos de aprendizaje en tu planificación. Diseña actividades que permitan a los estudiantes participar de diferentes maneras, ya sea a través de la discusión, la colaboración en grupo, la reflexión individual, el trabajo práctico, etc. Esto asegurará que todos los estudiantes tengan la oportunidad de participar y aprender de manera significativa.

3. No Evaluar de Manera Adecuada:

A veces, se descuida la evaluación de las actividades basadas en metodologías activas. Si no se evalúan adecuadamente, es difícil medir el éxito de la enseñanza. Diseña métodos de evaluación que reflejen los objetivos de aprendizaje y las actividades realizadas. Puedes utilizar rúbricas, autoevaluaciones, coevaluaciones y evaluaciones del profesor para medir el rendimiento de los estudiantes. Asegúrate de que la evaluación sea auténtica y relacionada con las habilidades y competencias que se están desarrollando.

4. Falta de Flexibilidad:

Ser demasiado rígido en la implementación de las metodologías activas puede ser un error. Si algo no está funcionando como se esperaba, persistir en la misma dirección puede llevar a la frustración. Sé flexible y dispuesto a adaptar tus planes según las necesidades y respuestas de los estudiantes. Si una actividad no está funcionando, no dudes en modificarla o buscar enfoques alternativos para lograr los objetivos de aprendizaje.

No Proporcionar Suficiente Orientación:

Suponer que los estudiantes saben cómo participar efectivamente en actividades basadas en metodologías activas puede llevar a la confusión y la ineficacia. Proporciona orientación clara a los estudiantes antes de comenzar una actividad. Explica los objetivos, las expectativas y las pautas de participación. Esto ayudará a los estudiantes a comprender lo que se espera de ellos y a aprovechar al máximo la actividad.

6. No Reflexionar sobre el Proceso:

No tomar el tiempo para reflexionar sobre la efectividad de las metodologías activas utilizadas puede llevar a la repetición de errores en futuras planificaciones. Después de cada actividad, reflexiona sobre lo que funcionó y lo que no funcionó. Pide retroalimentación a los estudiantes. Utiliza esta retroalimentación para ajustar y mejorar tus enfoques en el futuro.

En conclusión, las metodologías activas no solo son métodos pedagógicos; son herramientas que empoderan a los estudiantes para la vida. Al poner al alumno en el epicentro, estamos sembrando las semillas de la responsabilidad, la empatía y la adaptabilidad. Estas son las habilidades que les permitirán navegar por un mundo en constante cambio, tomar decisiones informadas y contribuir a un futuro sostenible. La educación se convierte así en una fuerza poderosa que no solo moldea carreras, sino que también forja vidas significativas.

Las metodologías activas van más allá de la simple innovación en el aula. Son un enfoque integral que coloca al alumno en el centro del proceso educativo y los prepara para enfrentar los desafíos del siglo XXI. Al utilizar estas metodologías de manera efectiva, los docentes pueden ayudar a los estudiantes a desarrollar habilidades críticas y a convertirse en ciudadanos responsables y proactivos.

La enseñanza no se trata solo de transmitir conocimiento, sino de empoderar a las generaciones futuras para que construyan un mundo mejor. Así que, recuerda, la próxima vez que pienses en innovar en tu programación y unidad didáctica, sé concreto y asegúrate de que cada actividad promueva el aprendizaje activo y el pensamiento crítico. ¡El futuro de la educación está en tus manos!

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